miércoles, diciembre 17, 2008

SUEÑOS....



Ayer amanecí llorando.



Desperté sobresaltada y pude sentir aún las lágrimas rodando por mis mejillas. Un sonido extraño atrajo mi atención; ¿Era un niño hablando? ¿ Un niño llorando? ¿ un gato en celo? Después de un par de minutos en que traté de acomodar mis pensamientos, pude reconocer el sonido: era un perro, un cachorrito, pero... ¿ qué hacía en mi casa?. Salí a la cochera y fué entonces que descubrí a una perrita alejándose a toda velocidad de mi. Me tenia miedo. Escondida debajo de las macetas lloraba, tal vez por hambre, tal vez por tristeza. Esta es la segunda perrita del mes que aparece misteriosamente en nuestra cochera, la primera era de características similares: pelaje dorado descolorido y raza indefinida ( corriente, como solemos decir en mi tierra). Algún chistosito debió arrojarlas a la cochera de mi casa por la madrugada pensando tal vez que serían bien recibidas por tanto niño -mis sobrinos- que constantemente nos visita. ¿ Pero dos perritas en un mes? Repentinamente recordé qué había soñado.



Fue así:


Estaba en el pasillo que da al patio de mi casa cuando mi padre me decía con semblante serio y abatido: Se murió el Chico ( mi perro ). Una tristeza sofocante me invadía e incrédula, corría a verlo para constatar la información, la imagen fue devastadora. El perro yacía inmóvil debajo de una mesa de madera y le escurría sangre de la cabeza. Terriblemente enojada yo gritaba que seguramente habrian sido los niños vecinos que se habian asomado al patio y lo habian matado a pedradas. No podía creerlo, queria correr a abrazar a mi perro pero no me dejaban, comencé a llorar... fué cuando desperté.



...


Tenia yo tres años cuando un sacerdote amigo de la familia me regaló un perrito para que dejara de llorar por el que recientemente habia fallecido de cáncer y a quien yo queria mucho. Se llamaba "CHICO". El nuevo perrito era muy gruñón y como lo llevaron a mi casa siendo aún muy pequeño, estaba medio ciego. Chocaba con las patas de los sillones y les ladraba, pero también era muy llorón, así que le pusimos CHICO por su antecesor (y se parecían físicamente) y Chillón por llorón. No es un nombre bonito, pero... así pasa a veces. El chillón fué creciendo y se volvió más bravo y no soportaba a los niños que no eran de la familia. Era casi imposible sacarlo a pasear porque era muy grande y fuerte y había mucho riesgo de que se soltara y dañara a alguien. Con nosotros era diferente, era cariñoso, nos cuidaba y nos recibía siempre alegre. Creció grande y fuerte, le gustaba correr a toda velocidad de lado a lado del patio, a todo lo largo y cuando parecía que iba a chocar con la pared, se detenía. Otras veces se ponía a subir y bajar del lavadero de un brinco. corria por todo el patio y regresaba al lavadero y así constantemente. También le gustaba cazar palomas que atraidas por su comida se acercaban al patio. Las cazaba cuando ya iban volando y siempre lo regañábamos, pero nunca nos hizo caso. Al chillón lo tuvieron que sacrificar cuando estaba viejito porque lloraba mucho por dolores que le daban, ni con inyecciones se calmaba... fue muy triste despedirme, aún lo recuerdo con mucho cariño.




Mi perro pasó a mejor vida hace ya más de 15 años... nunca había soñado con él, hasta esa noche... què extraño. Por lo pronto tendremos que buscarle casa a la perrita, porque después del chillón y de otro perro que nos roban siendo aún pequeño, no hemos querido tener ningún otro.



Que mente tan loca...









La imagen es meramente ilustrativa

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