lunes, mayo 19, 2008


ÁNGELES EN LA TIERRA

A mis 27 años, jamás había tenido oportunidad o necesidad de hacer un viaje al extranjero. Mi padre siempre fue de la idea de conocer el territorio mexicano y disfrutar de sus maravillas antes de enamorarnos de cualquier otro suelo. Siendo la menor de 7 hermanos, jamás habia viajado sola ni había dependido de mi, de mis acciones, persona alguna. Pero esta historia no gira en torno a mí, sino en torno a ella; prueba fehaciente de la existencia de ángeles en la tierra.

Todo empezó cuando le diagnosticaron cáncer a Esperanza, mujer adulta que había tenido que dejar su tierra para vivir al lado de su esposo en los Estados Unidos de América. Casada siendo ya una mujer entrada en sus 40's, no le fue posible procrear hijos. Toda su familia en suelo americano eran su esposo y sus mascotas; perros Chihuahua que criaban para venta. Cuando ella era joven no había más deleite en su alma que pasar tiempo con sus sobrinos, entre los que me cuento. Fué la tía preferida por todos y para mi, una segunda mamá con la que podía platicar abiertamente de todo y a quien le confié muchos de mis secretos.

En su último cambio de residencia, a Nacogdoches Texas, Esperanza tuvo la oportunidad de convivir con Robert, primo de su esposo, y con Tresea, su esposa. Entre ella y Tresea se fue construyendo una amistad muy sólida y juntas atravesaron momentos de alegría y de adversidad. Para poder visitarse debían recorrer aproximadamente una hora de camino, pero eso nunca fue impedimento para ellas.

El año pasado a Esperanza le diagnosticaron cáncer de esófago. A partir de ése momento todo fue muy rápido. Empezó a tener dificultades para comer, no podía respirar bien, tenía dolores constantes y estuvo hospitalizada varias veces. Con el estrés y la edad, su esposo fue desarrollando alzheimer, por lo que se volvió más una persona a quien se le debía cuidar que alguien en quien pudiera apoyarse Esperanza. Parecía estar sola. Sola con su dolor y sus temores.
Conforme iba avanzando el càncer de Esperanza, iba perdiendo calidad de vida. Ya no podía probar ningún platillo o gozar el placer de beber agua. Debía alimentarse por medio de una sonda que iba directamente al estómago y someterse a quimioterapias que la hacian gritar de dolor. Perdió el habla, la fuerza, la fé. Con la finalidad de proporcionarle servicio médico en México y tenerla cerca de nosotros para poder auxiliarla, logramos traerla a pasar una temporada en mi ciudad, pero fue imposible hacerlo de manera permanente. No habia manera de pagar de forma particular los altos costos que implicaba brindarle la antención necesaria. Aún así, ella dejó el país fortalecida, con fuerza renovada y positivismo; ya regresaría después sana. Regresaría para no volverse a ir.

Pero Dios tenia otros planes para Esperanza. Entre más pasaba el tiempo, más se deterioraba su salud. Tresea, su amiga, se convirtió en su único apoyo. Sin tener ningún tipo de recompensa económica, la surtía de despensa, le ayudaba a limpiar su casa, la trasladaba al hospital, la visitaba. Un día le prometió que haría todo lo que fuera necesario para poderla envíarla de vuelta a México, a vivir al lado de su familia. Y lo cumplió.

La última vez que Esperanza ingresó al Hospital aquejada por insuficiencia respitatoria, tuvieron que conectarla a un respirador, parecía que no sobreviviría ni un día más per0 poco a poco fue mejorando. Tresea empezó a tener contacto conmigo para informarnos de su estado de salud, que aún así era muy delicado.

Siendo yo la única de mis hermanos con la visa y el pasaporte en órden y con la posibilidad de ausentarme de mi trabajo por algunos días, tuve que hacer un viaje de emergencia para ver a Esperanza. Un país desconocido, costumbres diferentes, conexiones entre vuelos, aduanas, independencia, temor... pero una mujer que sin conocerme me abrió las puertas de su casa, me hospedó, me puso al tanto de la situación de mi tía y me acompañó y asesoró en los trámites necesarios para poner en órden todos los documentos de mi tía. Cancelación de cuentas, venta de casa, revisión e identificación de documentos oficiales, empaque de objetos personales y fotografías: Esperanza jamás dejaría el hospital. En los momentos que pude pasar con ella mientras estuvo en terapia intensiva, Tresea me daba fuerza para no soltarme llorando como chiquilla al ver a mi tía tan indefensa, con el alma entre el cielo y la tierra ( debo remarcar que Dios me permitió platicar con ella, saber sus últimas voluntades, abrazarla, decirle cuánto la queria y convivir, aunque sea por minutos, con mi segunda madre). También se encargaba de trasladarme de un lugar a otro aunque eso significara que en promedio, pasaba manejando al día 4 horas contínuas.

Después de una semana, tuve que regresar a mi país, a seguir con mi trabajo y la lista interminable de pendientes, con la ilusión de recibir a mi tía en mi casa, algún día-. Sin embargo, su salud se fué deteriorando cada vez más. Tuvieron que operarla varias veces para que pudiera seguir respirando, intentando hacerla obtener por ella misma los níveles de oxígeno requeridos. Y durante todo este calvario, Tresea estuvo con ella. Cada día fue a visitarla al hospital -aunque para llegar ahí tuviera que manejar casi una hora- preguntaba a los doctores por su salud, revisaba que ella estuviera lo más cómoda posible y nos daba informes sobre lo que se iba enterando. Hacía llamadas a hospitales, intentando encontrar alguno más cerca de la frontera que pudiera atenderla, cotizaba costos de traslado, servicio médico particular, etc. Sin tener ninguna obligación más que su propia promesa hecha a Esperanza, hizo todo lo que estuvo a su alcance y se coordinó con nosotros para lograrlo.

Ayer al medío día Esperanza, mi tía, mi madre, murió. Tuve que ser yo quien recibiera la noticia y la transmitiera a mi mamá y al resto de mi familia. Tresea, en cuanto le hablaron del hospital para informarle que Esperanza se habia puesto más grave, corrió a su lado. Fué ella quien estuvo en los últimos momentos de su vida sosteniendo su mano, quien la encaminó a su morada final.

Haciendo aún valer su promesa, Tresea nos ha auxiliado con todos los trámites necesarios para traer el cuerpo de mi tía a tierra mexicana. Nos consiguó la agencia funeraria, escogió la ropa que le pondrían a mi tía, se coordinó con el consulado mexicano en Texas y nos facilitó todo para que al cabo de unos días, podamos velarla y despedir su cuerpo mortal dándole cristiana sepultura. Ha cumplido su promesa, aunque de manera diferente, la regresará a descansar eternamente en su país, cerca de su gente.

Acaso fué Tresea una casualiad en la vida de mi tía Esperanza? No lo creo. Entre nosotros hay ángeles que Dios nos envía para ayudarnos a caminar en esta larga senda de la vida terrena, que nos aligeran la carga absorbiendo parte del peso ellos mismos, que nos permiten sentir a Dios a traves de su voz y de sus manos. Angeles terrenos, llamados Amigos.

Mientras mi alma acongojada llora la partida de Esperanza, mi corazón se reconforta sabiéndola gozadora de la vida eterna. Cobijada por la certeza de que Dios nunca nos deja, siempre escucha nuestras oraciones y responde a nuestras súplicas, aunque no siempre de la manera en que nosotros esperamos que lo haga. Él tiene sus propios tiempos, sus propios términos, pero nunca nos deja solos. Estamos rodeados de ángeles, de su cariño.

Descansa en paz, mi querida tía
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--- El que quiera creer, que crea. Yo lo comprobé---